Al llegar, Burgos empujó la puerta del apartamento de Miranda con fuerza, sintiendo cómo el miedo lo invadía al no saber qué desastre podría encontrar. Su corazón latía con fuerza, como si se fuera a salir de su pecho. Cuando por fin logró abrir la puerta corrió a toda prisa hacia el baño mientras Mercedes lo seguía muy angustiada. Finalmente entraron al baño y lo que vieron los dejó sin aliento.
Todo el apartamento estaba hecho un desorden. Pero lo peor fue cuando vieron las manchas de sangre en el suelo del baño. Miranda estaba tirada en el suelo, pálida, débil y herida. La escena era desgarradora, enseguida la mente de Burgos, se llenó de angustia al imaginar que podía pasar lo peor.
Miranda tenía su rostro pálido y cubierto de sudor. La luz tenue que entraba por la ventana mostraba la sangre alrededor de Miranda. Burgos sintió que el aire se le escapaba al ver aquella escena desgarradora, mientras ella se veía vulnerable y a punto de perder el conocimiento.
—¡Miranda! —gritó,