Redsy, con la ropa algo mojada, decidió tomar un baño. Al salir, vio que Ariadna ya estaba dormida. Más aliviado, sonrió al verla descansar. Antes de acostarse, se puso pantalones y una camisa. No quería provocarla si los efectos aún seguían activos cuando despertara.

Se acostó a su lado y la abrazó con cuidado. Pero media hora después, algo lo despertó. Sintió un movimiento extraño.

Ariadna le estaba quitando lentamente los pantalones.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Redsy, sorprendido.

Ariadna, aún mareada y afectada por la lujuria, al ver que Redsy estaba despierto, intentó quitarle los bóxers. Redsy la detuvo de inmediato.

—Lo siento... traté de dormir, pero no puedo. Tengo un fuerte deseo... Tú también quieres, ¿verdad? Ahora que lo recuerdo, aquella noche no te di los servicios... —dijo ella, mirándolo con lujuria.

—Cálmate, estás confundida. Tú no quieres hacer esto —dijo Redsy, interrumpiéndola mientras le daba media vuelta y la abrazaba con fuerza por la espalda.

—¡Suéltame! ¡