El celular de Redsy sonó. Rápidamente lo contestó en voz baja, para no despertar a Ariadna.

—¿Hola?

—Jefe, venga rápido. Algunas mujeres del club tomaron algo y están actuando raro —dijo una camarera, preocupada.

—Ok, ahora voy.

En menos de dos segundos, Redsy se puso un traje y salió, confiando en que Ariadna estaría bien.

Al día siguiente, Ariadna despertó sin recordar nada.

—¿Dónde estoy? —dijo, mirando confundida la habitación. Le parecía familiar.

Redsy salió de la ducha, usando una bata de baño.

—Buenos días. ¿Ya estás bien? —dijo, sonriendo, esperando que los efectos de su sangre hubieran desaparecido.

—¿Redsy...? —preguntó ella, aún confundida.

Entonces se dio cuenta: estaba en la casa de Redsy.

—¿Cómo llegué aquí? —dijo, tratando de recordar.

Notó que ya no llevaba el vestido de ayer. En su lugar, tenía puesta una bata de baño.

—¿Qué pasó...? Un momento... —dijo, mirando a Redsy.

—¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así? —preguntó él, alerta por si los efectos aún persistían.

—¿Me pu