Transcurrieron varios minutos desde que Marta salió del comedor, por lo que Laura, preocupada por su tardanza, se levantó de su asiento:
—Iré a ver dónde está Marta. Creo que se ha tardado más de la cuenta ¿Vale?
Marcos quiso detenerla, pero no lo hizo. Él también estaba preocupado por ello.
—Sí, ve. —murmuró.
Laura asintió y salió de la habitación dirigiéndose hacia el baño. Al cruzar la esquina, vio a Marta limpiando su boca con una servilleta. Dio pasos largos, acercándose a ella.
—¿Estás bien? —preguntó al verla algo pálida.
—Sí. —contestó, parca— Creo que algo que he comido no me ha caído muy bien.
—Ven, te ayudo —dijo sosteniéndola de la cintura.
—No es necesario Laura. Ya me siento mejor. —respondió en un tono suave pero firme.
—¡Vale!
Mientras regresaban al comedor, Laura no dejaba de hablar acerca de la relación de su amiga con Ignacio.
—Ignacio y tú… ya estáis viviendo juntos.
—No —respondió la rubia, frunciendo el ceño.— Llegó hoy de viaje y vino a verme. Es todo.