Luego de acompañar al médico hasta la puerta, Marcos regresó a la habitación. Apenas giró la manilla para abrir la puerta y entrar, cuando Laura se sentó en la cama y de un grito le impidió la entrada.
—No pases, quédate afuera joder. —dijo con firmeza— Escuchaste al médico. ¡Es contagioso!
Marcos se quedó parado en el umbral de la puerta con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón.
—Debe estar exagerando —contestó dando dos pasos hacia ella.
—¡Joder Marcos! Que no podemos poner en riesgo a Marta. Sal de la habitación de una puñetera vez. —habló con voz alta.
—Está bien, como quiera Laura.
Marcos salió de la habitación cerrando la puerta con fuerza. Bajó las escaleras y fue hasta el comedor, debía almorzar antes de ir por Marta. Sin embargo, cuando vio su reloj, ya faltaba poco tiempo para la cita.
Giró sobre sus talones para regresar hasta la entrada. En la sala, se encontró con Mercedes.
—¿Va a salir señor? —preguntó con voz amable.
—Sí, Mercedes. No voy a almorzar,