Capítulo 130.
Evelyn.
Todo lo que nos rodea, la música, las luces, los murmullos de la corte se disuelve. Solo queda el temblor de sus manos en mi cuello, el golpe de mi corazón desbocado, la certeza absurda de que nada ni nadie podría separarnos sin arrancarnos el alma. Porque lo intenté yo misma y no pude, lo intentó él y no logró más que volver a mí.
No hay aire. No hay mundo. Solo el eco de dos respiraciones que se confunden, y el vértigo de saber que ese instante tiene el peso de todos los años que lo odié y me amó a la distancia.
Me coloca en el piso de nuevo, haciendo que lo suelte al instante. Intento huir de la vergüenza de caer en esto una vez más y me sujeta con fuerza la mano, se rodea la espalda y me lleva con él hasta que las demás parejas siguen el baile que no se termina aún.
—Tiene una llamada— me avisa una de los sirvientes mostrando un teléfono que no es mío, pero asegura que la comunicación es para mí. Asiento, tomo el teléfono y suelto con cuidado la mano, pero él vuelve a be