Capítulo 37.
Sofía
Subo el cierre de la chaqueta por completo, cubro los manos y me aseguro de que no quede ni un centímetro de piel a la vista cuando bajo del vehículo. Rodeo para bajar a Kilian, quien se sostiene de mis dedos para caminar a la puerta.
Reprimo los quejidos de dolor al caminar. Soy buena con la resistencia y más cuándo de esconder algunas cosas se trata.
El exceso de movilidad dentro de la casa es extraño, demasiado, pero cuento con mis tácticas de convencimiento para controlar tiempo y espacio a mi antojo.
Sin bajar la cabeza o demostrar un poco de temor llego a la sala, en donde Dylan camina a grandes pasos hasta mi sitio. Me arrebata al pequeño y sostiene mi muñeca con rabia desmedida, entregándole el pequeño a una de las mujeres de servicio que lo trata más suave.
—¡¿Se puede saber en dónde demonios estabas?! —su mano se cierra en mi cuello y sólo sonrío.
—Buenos días para tí también. Desde esta mañana he pensado mucho en tí —le lanzo un beso y enfurece más. —Si