Me sentía feliz. Ser donante de mi Selene fue como si Dios me hubiera dado una segunda oportunidad para empezar de nuevo. Sé que mi historia nunca se borrará, pero puedo reescribirla y el principio será en esta cama de hospital, con la anestesia aplicada para poder donar la médula ósea necesaria para salvar la vida de mi hija.
— Si todo va bien, hoy podrás irte a casa. — Estoy de acuerdo.
— Lo que más deseo es saber que el cuerpo de mi hija ha aceptado mi
médula ósea y poder llevarme de nuevo a Selene a casa.
— Lo harás.
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Al cabo de un rato, estaba recogiendo mis pertenencias para irme a casa, darme una ducha, cambiarme y volver al hospital. Esta ha sido mi rutina casi todos los días. Diogo me obligó a aceptar de nuevo el trabajo, y con la seguridad de que solamente podría volver cuando Selene se hubiera recuperado, no pude negarme.
Me sentí ligeramente mareada. Sebastián corrió hacia mí y me sostuvo el cuerpo. Estaba bien que me fuera sola a casa, a él no le par