Por Sergio
Lo llamé a Omar, no había hablado con Andrea, por suerte.
El gran problema era de Carolina y mío, en realidad Andrea estaba condicionada por la compulsiva mentirosa.
Hasta la debe haber obligado a mentir.
Le pedí que no hablara, que quería tomar de sorpresa a Carolina.
Llamé a Carolina, lo más tranquilo que pude.
Solo Dios sabe el esfuerzo que hice para no gritarle todo lo que pensaba.
-Quiero discutir un caso muy complicado, lo estoy resolviendo desde casa, decile a Andrea que se ocupe de las niñas, porque... es complicado y vení en cuanto puedas.
Digo torpemente.
-Ya salgo para allá, no te preocupes.
Yo caminaba por las paredes, mi nana no volvió a venir.
-Nana...
La llamé entrando a la cocina.
-¿Qué necesitás?
-Perdón, nana, junto con esa hipócrita, sos la mujer más importante de mi vida.
-Lo sé, hijo, lo sé.
-Te pido... que no intervengas, ahora va a venir Carolina
-Sergio... pensá bien tus palabras, por favor, por las nenas.
-Sé lo que tengo que hacer.
Me encerré en