Por Carolina
Otra noticia importante fue que Margarita y Sergio nos dijeron que en enero se iban a casar y aunque Margarita iba a pasar todos los días por la casa de Sergio, ya iban a convivir como una pareja real.
Me alegré mucho, no por no vivir con ella, sino porque se merece su lugar.
Sergio estaba feliz por sus padres.
De a poco nos fuimos quedando cada vez más tiempo en la casa de Sergio, las nenas estaban cómodas y dejaban de lado los fantasmas que les provocaba estar en la casa donde vivíamos.
La casa en sí era hermosa, aunque nos recordaba a Paula, también había recuerdos terribles, como cuando nos escondíamos de mi cuñado y los gritos que nos torturaba escuchar cuando volvían de alguna cena y todo lo que sucedió con Silvia.
Una tarde veo a Andrea en mi oficina, es raro verla allí, porque entre los libros que escribe y las horas que tomó como profesora en la facultad, no le sobra tiempo.
-Hola ¿Se puede?
-¡Andrea! ¡Qué linda sorpresa!
-No conocía tu lugar de trabajo.
Hacía ra