Damon
La noche ha caído desde hace tiempo cuando regresamos a la mansión. El silencio es pesado, casi opresivo. Alina camina a mi lado, su rostro tenso, la mirada perdida en el vacío. El peso de las revelaciones de Kael parece recaer sobre sus hombros.
Abro la puerta de mi habitación y la conduzco dentro. Sin una palabra, se sienta en la cama, las manos juntas sobre sus rodillas. Su piel es pálida, y el resplandor dorado de la luna, filtrándose por la ventana, acentúa las sombras bajo sus ojos.
Me arrodillo frente a ella, colocando mis manos sobre sus muslos.
— Alina…
Ella levanta la vista hacia mí, y siento la tensión en su aliento.
— ¿Por qué no me dijiste? —susurra.
Frunzo el ceño.
— ¿De qué hablas?
Ella sacude la cabeza, un destello de ira brilla en su mirada.
— ¡Tú sabías, Damon! Sabías que algo ardía dentro de mí, que esta magia… este poder…
Aprieto la mandíbula.
— Sabía que eras diferente. Pero no sabía que estaba relacionado con la Línea Perdida.
Ella se levanta bruscamente, e