Alina
El amanecer es aún tímido cuando Damon y yo dejamos el dominio, el silencio del bosque envolviéndonos como un sudario. El aire es helado, cargado del olor a musgo húmedo y madera podrida. Damon camina frente a mí, su cuerpo tenso, los músculos de su espalda visibles bajo el cuero oscuro de su chaqueta.
Apreto los dientes, mis pasos hundiéndose en la tierra blanda. Cada susurro de hoja me hace estremecer, cada sombra en movimiento entre los árboles me pone los nervios de punta.
— ¿Estás segura de que es el camino correcto? pregunté mirando las raíces retorcidas que se extienden delante de nosotros.
Damon no se vuelve.
— Lo siento.
Frunzo el ceño.
— ¿Lo sientes?
Él reduce la velocidad y gira la cabeza hacia mí, su mirada dorada brillando en la penumbra.
— No es solo una intuición. Kael... me llama.
Un escalofrío me recorre.
— ¿Es algo bueno o malo?
Damon esboza una sonrisa sombría.
— Pronto lo sabremos.
Ajusto mi capa alrededor de mis hombros, siguiendo