Alina
La luz roja pulsa a nuestro alrededor como un corazón latiendo, febril, irregular. Late al unísono con la marca en mi palma, esa quemadura viviente que no me deja. El suelo bajo mis pies vibra con una frecuencia extraña, y mis tímpanos zumban como si la realidad misma intentara hablarme.
La silueta emerge lentamente de la bruma de la Grieta. No tiene género, ni forma fija. Sus contornos cambian a cada latido de mi corazón. No es un ser. Es una entidad. Una presencia más antigua que todo lo que conozco. Una forma humanoide, hecha de sombras en movimiento, de niebla negra y colmillos afilados. Sus ojos son abismos. Sin pupilas. Sin emoción. Solo un abismo, hambriento.
Damon
Me coloco frente a Alina. El instinto habla antes que yo. Mis colmillos perforan mis labios. Mi respiración se ralentiza. Demasiado. La Grieta busca ralentizarme, vaciarme, convertirme en un títere de rabia desprovisto de conciencia. Pero resisto. No drenará mi voluntad. No tomará mi ira. No mientras Alina esté