Alina
— Prepárense, ordena a Lucien y Gareth. La guerra apenas comienza.
Me quedo a su lado, mi mano en la suya. Lista para enfrentar el infierno con él.
Damon
La noche es pesada, saturada del olor de la sangre y el miedo. El claro está silencioso ahora, pero el sabor amargo de la derrota aún flota en el aire. Adrian se ha escapado. Otra vez. Y esta vez, nos ha dejado un aviso muy claro: sabe lo que Alina realmente es.
Estoy al borde del campamento, con las manos en las caderas, la respiración entrecortada. Mi camisa está hecha trizas, mis costillas me duelen después del golpe que me dio, pero eso no es nada comparado con la rabia que arde en mis venas.
Lucien se acerca a mí, su rostro marcado por la fatiga y los golpes. Su hombro aún sangra, una mordida profunda dejada por uno de los secuaces de Adrian.
— Hay que hacer algo, gruñe. No podemos quedarnos aquí esperando a que vuelva.
— ¿Crees que no lo sé? respondo secamente.
Lucien aprieta la mandíbula, pero no responde. Sabe que mi ir