Capítulo 86

Fernanda acompañaba a su hijo en la sala de espera, sentados en unos sillones de cuero.

—Cuando se está en este tipo de situaciones es cuando pensamos en esas cosas que dejamos de hacer —dijo la mujer—, nos decimos “ah, debí decirle esa tarde que lo quería, que no estaba enojado realmente. Esa mañana tuve que despedirme mejor”. Pensamos en “si se recupera se lo diré” o el “voy a hacerlo esta vez si se pone mejor”. —Desplegó una mediana sonrisa—. No es bueno dejar las cosas para después. Ese después puede convertirse en arrepentimiento.

Adam sabía a qué se refería su madre, por lo mismo permaneció en silencio.

—Si Evie logra sobrevivir dile toda la vedad, ella está preocupada por tu salud, ya lo sospecha —comentó—. Lo mejor es hacer las cosas bien.

Volteó a mirarla fijamente.

—¿Desde cuándo lo sabes? —le preguntó.

—Soy tu madre, ¿crees que podrías mentirme? —respondió Fernanda con mirada triste.

Adam pasó saliva por su garganta lentamente.

—Pienso que sería una carga para Evie
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