— ¿No? Cariño, creo que no has escuchado bien. Te he pedido perdón.
— Te he entendido perfectamente, mi decisión es que no te perdono. Te puedes ir, no me interesa relacionarme contigo de ninguna forma.
— ¿Andrés?
— No acuda a mi padre — Arián dió un paso adelante — el hecho de que seamos niños no significa que nuestros padres puedan decidir por Aria o por mí, hay cosas en las que tenemos independencia y está es una de ellas. No estamos siendo descorteses y eso es lo que nuestra madre siempre nos dice, rechazar con educación.
— Ellos tienen razón, al menos lo has intentado. Ahora vámonos de aquí y ya dejemos en paz a los demás.
— Espera papito — Aria se bajó de los brazos de Madison y sostuvo la punta de la camiseta de Andrés — ¿Te vas a ir? Tú sí eres bienvenido, es esa cara de rata la que no lo es.
— Aria… Yo… — él miró los ojos de Aria que lo veían con súplica — no quiero ser inoportuno, ustedes disfruten su fin de semana y yo me iré a la ciudad; otro día podemos quedar.
— Mamita,