"Las piezas por fin se están alineando, pronto podré hacer mi jugada" Ameline pensó, sentada sola en su habitación, la bandeja de la cena frente a ella con los restos de un plato de pasta con verduras y un vaso de jugo de naranja casi vacío.
La noche había envuelto la mansión en un silencio inquietante, roto solo por el tictac del reloj en la pared, que marcaba las 8:47 p.m. El audio de Laura seguía resonando en su cabeza: el cabello teñido, la mención de Bianca, la confirmación de que estaba en la ciudad. Y luego, la llamada de Seth, su voz fría como el acero, diciendo que regresaría mañana para matar a Bianca.
"Seth sabe dónde está Bianca. Va a volver. Esto es lo que quería, pero, ¿estoy lista para lo que sigue?" Su mano descansó en su vientre, donde el bebé dio una patadita suave, un recordatorio constante de por qué estaba haciendo todo esto. La prueba de paternidad era su boleto de salida, la clave para escapar de Seth, quien la había secuestrado a ella y a Nataniel por robarle