El beso se intensificó rápidamente, el calor de sus labios contra los de Seth encendiendo una chispa que Ameline no pudo ni quiso contener.
Sus manos, aún sosteniendo su rostro, se deslizaron hacia su nuca, enredándose en su cabello mientras lo atraía más cerca, su cuerpo presionándose contra el de él con una urgencia que la sorprendió a ella misma.
El sabor de él, una mezcla de café y algo indefiniblemente suyo, la envolvió, y un gemido bajo escapó de su garganta mientras profundizaba el beso, sus lenguas encontrándose en un baile desesperado. Quería más, necesitaba borrar el dolor y la confusión con ese contacto, sus dedos bajando por su espalda, tanteando la tela de su camisa como si quisiera arrancarla.
Seth respondió al principio, sus manos posándose en su cintura con firmeza, casi en automático, pero de pronto se tensó, sus labios deteniéndose incluso aunque los de ella no querían parar, por lo que él la apartó con suavidad pero con decisión, sus ojos buscando los de ella, os