Ameline miró al celular en su mano, la pantalla reflejando su rostro tenso.
Emma, Lana y Selene, las tres guardias, estaban a pocos pasos, observándolas con expresiones serias. Emma y Lana parecían relajadas, pero Selene, con su postura rígida y mirada fría, hacía que Ameline se sintiera expuesta, como si cada movimiento suyo estuviera bajo un microscopio.
Sabía que tenía que llamar a Seth. La idea de hablar con él, de fingir normalidad mientras planeaba su escape, la hacía sentir al borde del desmayo, pero no había otra opción. Con un suspiro tembloroso, desbloqueó el celular y marcó su número, el tono de llamada resonando como un martillo en sus oídos.
—Ameline —dijo Seth al contestar, su voz seria, con un deje de sorpresa que hizo que el corazón de Ameline se acelerara—. ¿Qué pasa?
Ameline tragó saliva, su mano apretando el celular con tanta fuerza que sus nudillos palidecieron.
—Seth, yo… quería hablar contigo para pedir permiso de salir —dijo, su voz temblando ligeramente mien