El auto se detuvo frente a la clínica, y Ameline sintió un nudo en el estómago mientras miraba por la ventana polarizada. El edificio era moderno, con paredes de vidrio y un letrero elegante en la entrada que decía “Clínica Lockhart”.
El nombre le dio un pequeño alivio, como un destello de esperanza en medio de los nervios que la consumía al reconocer el apellido de Mindy, tal como Emma dijo.
“Esto significa que sí encontraré al doctor fácil de sobornar ¿no?” pensó, nerviosa.
Tucker apagó el motor, y Seth fue el primero en bajar, su expresión seria pero controlada, como si estuviera conteniendo una tormenta interna. Nataniel salió después, todavía incómodo, sus ojos evitando los de Seth mientras se ajustaba la camisa. Ameline respiró hondo, apretando la correa de su bolso antes de seguirlos, el vestido de lana gris oscuro rozando sus piernas con cada paso, los billetes cosidos en la falda un recordatorio constante de lo que estaba en juego. “Tengo que encontrar el momento para habl