Ameline despertó sintiéndose cálida y cómoda, aunque aún cansada y sintiendo que le gustaría dormir más.

Sin embargo, detectó el aroma cautivador de Seth y terminó de abrir los ojos completamente, acostumbrándose a la luz y viendo a Seth dormido abrazado a ella.

Jadeó levemente, queriendo apartarse como primer impulso, pero algo la detuvo.

Seth se veía… tan tranquilo…

Después de verlo tan estresado la noche anterior con todo lo del ataque, ver este cambio en su expresión era algo casi hipnotizante.

Ameline se quedó inmóvil, sus ojos recorriendo el rostro de Seth con una mezcla de asombro y curiosidad, como si intentara descifrar un mapa desconocido. La luz suave que se filtraba por las cortinas blancas acariciaba sus rasgos injustamente atractivos, suavizando las líneas duras que la noche anterior habían estado marcadas por la tensión. Sus pestañas oscuras descansaban por encima de sus mejillas, y una leve sombra de barba incipiente delineaba su mandíbula, dándole un aire vul