Capítulo 57. Mi conejita
El sol del mediodía cae pesado sobre la ciudad cuando la camioneta negra atraviesa las calles asfaltadas con firmeza. Erika va en el asiento trasero, con la mirada perdida en el paisaje que corre por la ventana. Sus amigas charlan animadamente sobre vestidos, peinados y joyas, ajenas al nudo de ansiedad que se le forma en el estómago. Su madre, sentada a su lado, consulta una lista mental mientras da instrucciones al chofer. Detrás, otra camioneta con dos guardias de la manada las sigue de cerca, cumpliendo con el protocolo impuesto por Kael.
Erika aprieta los labios. Por más que todos crean que lo tiene todo asegurado, no se siente así. A menos de veinticuatro horas de la ceremonia de luna, su mente sigue atormentada por una sola figura: Aria. Esa maldita humana. Ese error andante que nunca debió cruzar las puertas de la manada Claro de Luna y que ahora se siente como un grano en su trasero.
—Si el alfa ya te eligió y la ceremonia es mañana, ¿qué más te preocupa? —pregunta una de sus