Capítulo 38. ¿Lyssara?

El padre contiene el aliento. ¿Las runas fueron vulneradas?

—Excepto… aquella noche en el hotel —continúa, con un rubor intenso cubriendo su rostro—. Cuando desperté, no lo tenía en mi cuello, pero lo encontré junto con mi ropa y no me lo he vuelto a quitar desde entonces.

El padre Ezequiel contempla a Aria en la semipenumbra de la sacristía. Su corazón se inquieta; algo dentro de él le dice que lo que está ocurriendo con ella no es simplemente una crisis pasajera. Observa cómo ella baja la mirada, nerviosa, como si cargara un peso invisible.

Una idea lo asalta. Se santigua con un movimiento lento y solemne.

«¿Será… que su pasado está volviendo a ella?», piensa, con el alma encogida ante lo que eso podría significar.

Vuelve a persignarse, esta vez con más fuerza. El desastre que eso podría traer no es menor. Aquello que ha estado guardado durante tantos años… ¿podría estar volviendo a ella?

Suspira y decide ir al grano.

—Dime, Aria. Ese hombre… Kael. ¿Has notado algo inusual en él?

El
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