Capítulo 102. No habrá amanecer para ninguno de los dos
El amanecer los encuentra todavía en lo alto del tronco. El frío de la madrugada ha disminuido y el cielo despejado deja ver cómo el sol comienza a asomarse por entre las montañas. Aria abre lentamente los ojos y se queda maravillada ante la inmensidad que tiene frente a sí. La neblina se dispersa entre las copas de los árboles y el aire fresco llena los pulmones. Por un instante, se olvida de todo lo que pasó la noche anterior y solo contempla el paisaje, como si de verdad estuvieran flotando sobre las nubes.
Kael se remueve y le acomoda un mechón de cabello detrás de la oreja. Su mirada es tranquila, pero firme.
—Es mejor ir a la cabaña para curar tus heridas y puedas alimentarte —dice, ofreciéndole la mano para ayudarla a incorporarse.
La rama es tan ancha que ambos caminan con seguridad, aunque Aria no deja de aferrarse con cuidado, temiendo que un mal paso la haga caer. Kael, en cambio, parece moverse con la confianza de alguien que nació allí. De pronto, él se da la vuelta y se