El pueblo es muy bonito, solitario...pero bonito.
Llegamos luego de tres horas de conducir sin descanso y bajamos en un parador justo a la entrada del mismo, tengo hambre, sueño y me duelen los pies.
—¡Dios, que dolor de espalda! —se queja Colin.
Me acerco a él que se está estirando en medio del lugar y le hundo las manos en el cuello para darle un improvisado masaje al que responde con varios gemidos de placer. Me incita a seguir y le relajo los músculos tensos del cuello, un poco más.
—Luego me subiré desnuda a tu espalda, con las piernas a tu alrededor y morderé tu cuello mientras te hago otro masaje relajante. Ahora vamos a tomar un café.
Me doy la vuelta para ir a desayunar algo y me regresa a sus brazos, para levantarme del suelo y pegarme a su boca.
—¿Por qué eres tan tentadora? —me reclama y le doy un beso en la mejilla.
—Porque es muy fácil tentarte —explico y me deja en el suelo soltando varios besos por mi rostro sonrojado por el deseo latente.
Siempre que estamos juntos e