Punto de vista de Sofia
Sofía había terminado de redactar los permisos para las tres chicas, concentrándose en cada letra como si alargar ese trámite pudiera retrasar lo inevitable. No quería salir de esa oficina. No quería enfrentarse a las miradas. Pero el deber estaba hecho, y ya no había más excusas.
Apenas cruzó el pasillo, lo sintió.
Las miradas.
Los susurros.
Las risas disimuladas que se clavaban como agujas bajo su piel.
Sabía lo que decían. Sabía que la estaban juzgando.
Lo leía en los rostros ajenos. En