Punto de vista de Rocío
Lucas la miró en silencio.
Y aunque nadie lo dijo en voz alta, todos los chicos pensaron lo mismo.
“Rocío siempre pudo contactarse con ellos mentalmente”.
Era algo que nunca habían cuestionado, algo que simplemente estaba ahí. Pero ahora todo tenía sentido: ella no era una simple Omega sin lobo.
Era una doncella… eso cambiaba todo.
Significaba que podía ser pareja de un vampiro, o también ser marcada por un lobo, si el destino lo permitía. Podía incluso dar a luz a un hijo vampiro, aunque ese milagro venía con un precio: el riesgo de que el bebé consumiera su energía vital. O que el mismo vampiro, al alimentarse, la debilitara lentamente… impidiendo que el embarazo llegara a término.
Rocío tragó saliva, mirando cómo todos la observaban como si fuera algo completamente nuevo, como si recién ahora la vieran de verdad.
Sofía se acercó, con lágrimas en los ojos.
—¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó en voz baja, dolida—. ¿Por qué no pediste ayuda? ¿Por qué no confi