Dejó desplomar su esbelto cuerpo en la cálida cama sin proporcionarle nada de cuidado o importancia al malestar que lesionaba sus extremidades ante el más imperceptible o nimio movimiento, su vista se precisó en el techo tono pajizo neutro y empezó a hiperventilar tenuemente con su corazón pulsando a un eminencia descomedida, amenazando con estallar dentro de ella en cualquier segundo.
¿Por qué tomaba tan malas decisiones? ¿Ahora qué carajo iba a hacer?, se increpaba en sus pensamientos. Tan acongojados que parecían originar eco al colisionar en cada margen de toda la recamara en la que ella permanecía siendo martirizada