El silencio en casa de los Sarkovs se rompió cuando Benja llegó de la escuela acompañado de unos amigos. Lo primero que hizo fue ir a saludar a Sofi, que guardaba reposo luego de su accidente.
—¿Cómo estás, Sofi?
—Un poco más muerta cada día... Comer helado me haría sentir mejor.
—Bien, yo te traeré.
—Con galletas y salsa de chocolate.
—Así será.
—Y fresas picadas.
Benja le guiñó un ojo. Qué buen hermano era. Pronto llegó con un tazón enorme, con mucho chocolate y hasta crema, ese niño tenía ganado el cielo.
—Gracias, Benja. Eres el mejor, que nadie te diga lo contrario.
—De nada. Unos amigos vinieron conmigo a casa, ¿podrías ayudarme con algo?
—Claro, la clave para acceder a los canales de porno es "cervatillo".
—¡¿Qué?!
—Tranquilo, no le diré nada a papá ni a mamá, yo también tuve tu edad y era muy curiosa.
—No quiero ver porno.
—Sí, por supuesto —le guiñó un ojo.
—¡Qué no quiero ver porno! Sólo quiero preguntarte si puedo llevar a mis compañeros de clase a ver tu taller, tene