Y tras eso, Egan no respondió nada más sino que tomó camino hacia donde estaba su auto estacionado. Katya lo siguió de cerca, sintiendo dos personas más que lo seguían. Argus y Sylvana, quienes muy evidentemente apartaban sus miradas unos del otro.
Katya sonrió sin poderlo evitar. Hacían una pareja muy adorable: ella, delgada y muy alegre, mientras que él era corpulento y reservado. Eran polos opuestos y aún así se sentía la tensión entre ellos.
Al llegar al auto, Egan detuvo la puerta para que Katya entrara en el asiento trasero junto a él. Argus tomó el piloto, pero cuando Sylvana se subió al copiloto Argus pareció ofendido personalmente.
– ¿Por qué ella vendrá? –Exclamó Argus.
Egan frunció su ceño, confundido. Él se hacía el desconocido, pero Katy sabía que Egan conocía sobre lo ocurrido entre Argus y Sylvana.
– La verdadera pregunta sería: ¿por qué no? –Egan se encogió de hombros, para mortificación de Argus–. Ella es fuerte y sabe usar una escopeta; es más un apoyo que un peso mu