Abracé cariñosamente a Lucca:
- Gracias por tus palabras. Es bueno saber que alguien piensa como yo.
- He perdido el sueño pensando en esto de los matrimonios de conveniencia. Pero sabemos que es una realidad en los países gobernados por la monarquía y cada vez hay menos opciones para casarse.
- Sí, tienes razón.
- Quiero dejar claro, Aimê, que si no somos felices una vez casados, no me importaría... Bueno, cómo puedo explicar... - Lucca se rascó la cabeza, arrugando la frente, con cara de miedo. - Mantenernos juntos delante de todo el mundo, sobre todo de la prensa, pero...
- En realidad no existe -añadí, insegura de que aquella fuera realmente su propuesta. - Recuerdo que dijiste que no estabas de acuerdo con esto.
Lucca respiró hondo:
- Confieso que pasé mucho tiempo pensando en ello.
- ¿Un matrimonio simulado, en el que pudiéramos tener relaciones con quien quisiéramos? - me aclaré.
- Por lo visto, tú misma ya te lo planteaste, cuando pensaste en tener a Max como amante. - Se rió