En cuanto salí por la puerta principal del castillo, después de que me dijeran que el príncipe heredero me estaba esperando, me encontré con Catriel montando a Tormenta.
Me eché a reír:
- ¿De verdad vamos a montar los dos allí?
- ¡Se me olvidaba que te da pena! - Se llevó la mano a la cabeza, fingiendo sorpresa.
- Llevo un bikini debajo de este conjunto. - dije, insegura de si debía montar sin pantalones adecuados y tal vez sin botas, ya que Catriel llevaba un polo blanco, pantalones cortos caqui y zapatillas deportivas.
- A Tormenta no le importará sentir tus piernas desnudas sobre ella, Alteza. - se burló.
Uno de los criados me ayudó a subir a la yegua y esta vez me puse delante de Catriel en lugar de detrás.
- ¿Seguro que quieres que me quede aquí? - bromeé-. Creía que me preferías detrás.
- Sólo cuando era gay. - Se burló.
En cuanto Tormenta empezó a andar, con ese movimiento tranquilo y sosegado que hacía, pero que aún me asustaba porque mi cuerpo estaba completamente a su merced