- Su Majestad... ¿Fue ella... ¿Fue secuestrada por usted?
Se rió y movió la cabeza negativamente:
- ¡Nunca secuestraríamos a una niña, querida! Es mi nieta.
Respiré hondo y dejé salir el aire lentamente por las fosas nasales, confirmando por fin que Siena era hija de Catriel.
- No tengo nada que ver con su vida personal, Majestad. No se preocupe, Siena es encantadora. E... Me gustó mucho hablar con ella -aventuré.
- ¿Hablar con ella? - Se puso serio. - Siena no habla.
Tragué saliva y le miré a los ojos:
- Siena habla, Majestad.
- No, querida. Sí, emite algunos sonidos. Pero puede que nunca vuelva a hablar.
- Entonces... ¿Te habló un día?
- Sí. Después del trauma, dejó de hablar.
- ¿Qué trauma?
- Querida Aimê... Es un asunto de familia. Disculpe...
- Su Alteza, tengo que salir para Alpemburg. ¡Ahora mismo!
- ¿Ahora mismo? ¿Por qué ahora?
- Mi padre acaba de llamar. He sido... Denunciado por lo que pasó... El atropello con fuga -dije torpemente-. - Ha concertado una reunión con los ab