Un breve silencio se apoderó de la habitación, todos parecían un poco nerviosos y tensos.
- ¡Cuánto tiempo... Olavo! – mencionó Catriel, rompiendo el ambiente nervioso en el aire, por ambas partes.
- ¡Lamento molestarle, Su Majestad! Pero lo que vine a hacer aquí es muy importante. Lamento haber sido insistente, pero si no hubiera sido así, sé que no me habrías acogido.
- Después de tantas cosas por las que hemos pasado juntos... Confieso que no me siento cómoda con que me llames Su Majestad, Olavo – Catriel miró al hombre – Incluso cuando era el príncipe, siempre nos tratamos bien de manera personal. Si pudieras llamarme Catriel, como acordamos hace años... yo... te lo agradecería.
Él dio una breve sonrisa:
- Me acordé de “ ella”... Y la insistencia en que los llame por sus nombres.
Noté a Catriel mordiéndose el labio nerviosamente, mientras Lucca se sentaba, pasando sus dedos por su cabello:
- “Ahora todos somos una familia ”… – Lucca sonrió – Estas fueron sus palabras… “Y llamamos