Alicia se encontraba en un estado de nerviosismo extremo, con una profunda desconfianza hacia Harry, pero finalmente, decidió seguir sus instrucciones y meterse en la cajuela del automóvil del chofer de Harry.
Más de una hora había transcurrido desde que tomó esa decisión, y la ansiedad de Alicia crecía con cada minuto que pasaba. Temía que Harry la hubiera olvidado o que, peor aún, nunca la liberaría. En su mente, se había aliado con el mismísimo Lucifer, entregándose a un destino incierto y aterrador.
Luchaba para respirar adentro del vehículo.
— Gracias por ayudarme, ¿y papá? — Le pregunta Harry al chófer.
— Está de viaje de negocios, joven.
— Quiero estar solo en casa.
— ¿Qué planeas, Harry? — Le pregunta Alberto, quien prácticamente lo vio crecer y conoce a Harry en profundidad.
— Solo quiero privacidad.
— Está bien. Vendré mañana por ti para llevarte de vuelta al internado.
— Sí, gracias.
Harry se tomó unos minutos antes de dirigirse hacia su coche y abrir el maletero. Mientras