Jimena sale del pequeño restaurante para dirigirse a casa de Adam, puesto que él la invitó a una fiesta.
Se detiene en una tienda para comprarse una ropa adecuada para la ocasión y luego toma un taxi en dirección al apartamento.
—Hola, puto —saluda a su hermano, pero ignora a Jeff.
—Hola, bruja.
—Puto, bestia... ¿Es que tu hermana no conoce un apodo decente? Ella no te respeta, Adam —se burla Jeff, con la intención de fastidiar a Jimena y de captar su atención.
—No es tu asunto, metiche. —Ella le enseña el dedo del medio—. Manito, ¿ya comiste? —se dirige a Adam.
—No. Estoy a punto de pedir el almuerzo.
—No es necesario. Traje comida hecha del restaurante. —Ella pone su mochila en la mesa, y luego saca los alimentos que se encuentran empacados y guardados allí adentro.
—¿Qué trabajo es ese donde solo vas por unas cuantas horas? —cuestiona Jeff.
—Uno que a ti no te importa —le responde con indiferencia.
—¿Qué diablos? Disculpa por hablarte, conejita mala.
—Tengo un nombre, ¿sabes? Así q