Legna corre en medio del bosque con una gran sonrisa que denota lo feliz que se encuentra. Verla tan libre, ser ella sin ninguna inhibición y con tanta alegría, provoca una satisfacción extraña en el pecho de Dylan.
No puede negar que le parece atractiva la manera franca y atrevida de ella ser, lo poco que se complica la vida y lo independiente que se muestra.
Tan diferente a…
«¿Por qué siempre termino comparándolas? Soy un maldito patán», se reprende a sí mismo
Dylan se relame los labios y trata de seguirle el ritmo a Legna, a quien le es fácil violar la ley de gravedad y moverse a una velocidad que supera a un licántropo puro.
Ella siempre ha sido inquieta, coqueta y desinhibida. Tan divertida...
«Y muy hermosa...», piensa Dylan mientras la contempla corretear entre los árboles y reír por cualquier tontería.
—¿Cuándo llegaremos? —inquiere él, aburrido de no ver nada más que aquel bosque casi oscuro.
—¡Ya casi! ¡Deja de quejarte y disfruta de la conexión con la naturaleza! —Ella le gu