LA MANO DURA DE LA INQUISICIÓN

El Cardenal Filippo después de tomar un descanso por el largo viaje, inició las investigaciones. Los obispos iban casa por casa por todo el pueblo de Kinsale buscando una señal del demonio en la piel de las inocentes doncellas.

Cada una de ellas se desnudaba a la mirada de los depravados obispos, Juan de Acevedo fue el encargado de revisarlas minuciosamente. Sus manos tocaban las partes íntimas con cierto morbo, los ojos del depravado inquisidor estaban fijos en los bustos especialmente si eran enormes.

Al no encontrar señal alguna de brujería en ninguna de las doncellas, procedió a confiscar todos los libros de estudio. Si se encontraba un escrito sospechoso de hechicería, enseguida serían llevados a los cuartos de tortura donde esperaban varias técnicas de martirio para los culpables.

El temor crecía por todo el pueblo, nadie salía de sus hogares manteniendo velas encendidas re

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