Aquel día soleado en la floristería...
—Mi familia no vendrá —informa Katerina, después de colgar el teléfono de la tienda.
—¿Ninguno? —inquiere Gio, mientras limpia una planta.
—No. Mamá es quien está cuidando a papá, porque este ya no se vale por sí mismo. Según Patty, no deja dormir a nadie de noche; al parecer, es cuando más le duele el estómago y ni los analgésicos le hacen efecto. Ese hombre está sufriendo mucho —Katerina suspira.
—¿Ese hombre? —Gio enarca una ceja.
—Mi papá... —Katerina le evade la mirada.
—¿Pero tus hermanos no vendrán? O bien, podemos celebrarla allá.
—No creo que sea prudente, dadas las condiciones de papá. En cuanto a los mellizos, dicen que tienen que estar con mamá en caso de que algo suceda —responde con tristeza.
Gio arruga el rostro y deja lo que está haciendo para acercarse a Katerina.
—No tenemos que hacer ninguna celebración; solo necesitamos el acta y ya —dice, acariciándole el cabello.
—Tienes razón. Pero hubiese sido raro que, por lo menos, no in