Corrida

Debora se desvistió, se veía tierna.

—Ven—ordenó Jarli con una voz ronca.

Debora se acercó hasta él, y se subió encima de su regazo. Podía sentir lo duro que estaba el miembro de su esposo. Y una chispa de calentura la invadió por completo. Quería cabalgar en ese indomable caballo.

—Soy toda tuya—dijo Debora con una sonrisa pícara.

—Chupame el bicho—pidió Jarli con una mirada necia.

Debora se agachó y sacó el pene de su esposo.

—Esta grande—dijo con los ojos cristalizados.

—Chupalo, rápido—exige mientras lleva su mano hasta la cabeza de Debora y la acerca hasta su pen3 obligándola a chupar se golpe.

Era la primera vez que Debora hacía este tipo de cosas, pero para ser primeriza, no lo hacía nada mal.

Tomó ambas de sus manos y comenzó a darle un masaje de arriba hacia abajo al pen3.

—Oh por Dios—ruge con los dientes apretados. El placer era intenso.

Debora llevó el miembro a su boca y lo lamió y chupó como si fuera un caramelo.

Cada succión hacía que los ojos de Jarli se cerrarán por
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