—Vamos, muchachos —insistió Anselmo, apoyándose en su bastón y mirándonos alternativamente con sus ojos penetrantes—. No me dejen con la miel en los labios. Estuvieron todo el día en "La Luz", esa vieja casona que ha visto pasar tantas cosas. ¿Qué encontraron allí? ¿Se respira todavía ese aire de misterio del que tanto se habla?
Richard y yo intercambiamos una mirada breve. Decidimos contarle a Anselmo lo que había sucedido, omitiendo, por el momento, la extraña interacción de Elena con Richard.
—Bueno, Anselmo —comencé—, estuvimos limpiando, como nos pidió Laura. La casa es... impresionante, muy antigua, como usted dice. Y conocimos a la cocinera, la señora Elena.
—¿Elena sigue por ahí? —preguntó Anselmo, con un tono que denotaba cierta sorpresa y algo más que no pude descifrar—. Esa mujer... tiene sus años. ¿Se portó bien con ustedes?
—Sí, fue amable —respondió Richard—. Nos preparó la comida.
—¿Solo eso? —insistió Anselmo, con su mirada fija en nosotros—. ¿Nada más les llamó la ate