Samantha
Al fin la pesadilla con el infeliz de Arturo terminó. Él no descansará en paz, de eso estoy segura.
Ahora que lo pienso… ¿Cristian sabrá que su padre falleció? ¿Cómo lo tomará? ¿Le dolerá? ¿O simplemente aceptará la noticia como una consecuencia inevitable? A pesar de todo, sigue siendo su padre.
Estoy tan perdida en mis pensamientos —demasiado centrada en Cristian— que no me doy cuenta de que las chicas me observan, todas con una sonrisa tranquila, casi expectante. Junto a ellas están los chicos, y Sofia también me mira sin perder esa sonrisa suave.
—Amiga, ¿cómo lo viste? —pregunta Alex con emoción contenida.
—Está bien… aunque no me quería dejar ir —respondo, incapaz de ocultar mi propia sonrisa.
—Pensé que te ibas a quedar a vivir en esa habitación —comenta Rossy, seria, con los brazos cruzados.
—Déjala en paz —interviene Alex—. Es su hombre el que está ahí adentro. Tiene derecho.
Rossy rueda los ojos con evidente incomodidad.
—Sí, su hombre… el que dudó de ella —replica