Samantha
Estamos sentados, esperando a que traigan la comida que pedimos. El silencio entre nosotros es denso, casi insoportable. Will y Jonathan siguen visiblemente molestos con Cristian, y las chicas tampoco me dirigen la palabra. Esta situación está comenzando a desesperarme.
El dolor en mi pie ha desaparecido gracias a las pastillas que tomé, aunque la incomodidad persiste. Antes de sentarnos a comer, todos ayudaron a limpiar la sangre, pero fue Cristian quien hizo la mayor parte del trabajo. Ahora está a mi lado, sosteniéndome la mano, como si con ese gesto pudiera disipar toda la tensión acumulada.
—¿En serio van a comportarse así? Como unos inmaduros. Yo no les hice nada —dice Cristian, rompiendo el silencio con un tono serio, mientras lanza una mirada firme a los chicos.
—Mira quién habla de inmadurez. Tú eres el primero, hermano. Además, eres el culpable de lo que le pasó a mi cuñada —responde Jonathan, molesto.
—Tiene razón —añade William, fulminando a Cristian con la mirada