Esos hombres con cara de matones habían aporreado la puerta con tanta fuerza que despertaron a todo el vecindario, y parecían dispuestos a lastimarme si no les pagaba.
Sin embargo, con los vecinos de testigos, me sentía más tranquila. Respiré hondo y les pregunté con calma:
—¿Bajo qué condiciones le prestaron esa cantidad de plata a Sergio?
Uno de ellos, mientras miraba mi casa con descaro, respondió:
—Usó esta propiedad como garantía.
Su respuesta me tranquilizó aún más.
—Si creen que tengo la obligación de pagar la deuda, adelante, denúncienme —les dije con calma.
Hice una pausa y añadí:
—Pero les advierto: si me pasa algo, ustedes serán los primeros sospechosos.
No me asustaba enfrentar esto por la vía legal, lo que me preocupaba era que intentaran hacer algo sucio.
Esta propiedad estaba únicamente a mi nombre, Sergio no pintaba nada aquí.
Además, la cuenta donde se desembolsó el préstamo estaba solo a nombre de Sergio, yo no tenía nada que ver con eso.
Para finalizar el asunto cu