Rumores.
—Quise venir primero a saludarte, Martín. Hoy, cuando desperté, ya te habías ido— dijo Laura al entrar en su oficina. Martin , evidentemente estaba indispuesto.
Él alzó la vista y respiró hondo, visiblemente ofuscado. Ella sonrió con cautela y se acercó lentamente, tratando de leer su estado de ánimo.
—¿A qué hora regresaste anoche, Laura?— preguntó él, su voz cargada de reproche.
Laura lo miró con pena, sintiendo el peso de su descontento.
—Discúlpame, no sabía que me tomaría tanto tiempo ayudar a David con ese informe. Debía entregarlo hoy a primera hora y, siendo yo alguien capaz en esa materia, pensó en mí, no podía negarme , me gusta ayudar, lo sabes.
—Era mi cumpleaños, Laura. Era conmigo con quien debías estar, no con ese…— la frase se quedó en el aire, impregnada de frustración.
—Lo sé, créeme que lo sé, y me disculpo por eso. Yo quería estar en casa e intenté muchas veces regresar, pero él insistía una y otra vez, y me daba vergüenza dejarlo en apuros. Pero te juro que no v