La puerta se cerró tras ella con un leve chasquido, y el silencio que siguió fue ensordecedor. Él se quedó de pie en medio de la sala, con las manos aún en los bolsillos y la mandíbula apretada. La imagen de su silueta sobre su escritorio , él tomándola, la forma en que lo miró mientras la hacía suya era una imagen que seguía proyectándose en su mente como una película que no podía detener. "Has cruzado la línea", se dijo. Lo supo desde la primera vez que la vio en el club. Esa noche no intercambiaron más que un par de palabras, pero su presencia fue suficiente para que él activara sus defensas. No era una desconocida cualquiera. Era la cuñada de su mejor amigo. Y tenía una mirada difícil de ignorar. Pero él tenía reglas. Normas claras. Inquebrantables. Nunca mezclar lo personal con su vida íntima. Nunca acercarse a las mujeres del entorno cercano. Nunca involucrarse con alguien que no pudiera dejar atrás sin mirar atrás. Y ella era todo eso. Y a pesar de su evidente rechazo había reg