Mientras la lluvia caía con insistencia sobre el asfalto, Olivia conducía por las calles nocturnas en su sedán. La carretera, iluminada por los faros de otros vehículos y por la intermitencia de luces urbanas, parecía un espejo líquido que devolvía reflejos de un pasado confuso. Cada gota golpeaba el parabrisas con un ritmo casi hipnótico, acompañando el latido acelerado de su corazón, que aún recordaba vívidamente lo ocurrido en su sueño con Norman. Aquella ¿pesadilla?, llena de reproches y silencios cargados, había dejado una herida en su alma que parecía latir sin tregua junto a una pregunta abierta. ¿Realmente había ocurrido lo que ella recordaba? ¿O se trataba de un delirio provocado por la mezcla de emociones intensas y la embriaguez? Esa pregunta se repitía en su mente, generando un torbellino de dudas y desesperanza. Mientras avanzaba por la autopista, las calles se transformaban en un mosaico de luces y sombras, y Olivia se sumía en una introspección casi dolorosa. Recordaba