23. DESPACHO
Mientras los días transcurrían tranquilos, un hecho cambio todo de repente, pues una demanda de Niko se hizo presente.
Él quería ser parte de la vida del bebé pese a haber intentado hacerla abortar y eso despertó la furia de Kayla, como así se lo hizo saber a su padre.
—¡No puedo creer que sea tan hijo de puta! Parece que no quisiera dejarme vivir en paz.
—Kayla, tranquilízate, lo vamos a solucionar de alguna manera. Vamos a encontrar a los abogados adecuados.
—De verdad, no lo puedo creer —murmuró con enfado—, pareciera que no quiere dejarme ir. ¿Por qué no se busca otra puta y me deja tranquila de una vez y para siempre?
En ese preciso momento, Sean hizo silencio. La verdad era que no tenía una respuesta para eso, para su hija. Él tomó sus manos y luego con una de las suyas alzó la barbilla femenina.
—Mira Kayla, ya no estás sola, yo estoy contigo y vamos a contratar al mejor bufete. Tú, quédate tranquila.
Ella se soltó y empezó a dar vueltas por la habitación.
—Es que, de verdad no