Me quedé pegada siguiendo a mi mamá y a los policías hasta que regresamos al Monte Dientes. Apenas llegaron a la comisaría, mi papá quiso salir corriendo para la casa, pero los policías no lo dejaron.
Los oficiales decidieron organizar una nueva búsqueda en Monte Dientes. Mi padre, como parte de un equipo de arqueología, fue obligado a acompañarlos para evitar daños accidentales a la tumba histórica durante la rigurosa excavación. Para sorpresa de todos, mi madre se ofreció de forma voluntaria a unirse al grupo de búsqueda.
Al llegar al sitio, todos comenzaron a buscar con dedicación, excepto mi padre, cuya mente vagaba evidentemente en otra parte. Observé con detenimiento que actuaba con torpeza de manera tan obvia, que resultaba casi gracioso.
Durante esta nueva búsqueda, los policías encontraron el carnet estudiantil de Emiliano. Mi madre, al verlo, corrió apresurada hacia mi padre y le propinó una feroz bofetada que resonó en el aire mientras gritaba:
—¡Tu hijo asesinó a mi hija!