POV Elena

La subasta llega a su final y el murmullo entusiasta que llenaba la sala empieza a disolverse en despedidas elegantes y apretones de mano. Yo respiro hondo, intentando mantenerme firme, presente, agradecida por la noche… aunque por dentro mi mente siga atrapada en un solo punto: Carlos. Y, aunque me repita que no debería importarme, su recuerdo arde como una pregunta sin respuesta debajo de mis costillas.

El ministro se acerca con una sonrisa amplia, esa sonrisa ceremonial que siempre lleva puesta en público.

—Permíteme llevarlas a casa —ofrece con esa amabilidad estructurada, casi impecable.

—No será necesario, ministro —respondo con suavidad—. Walter y mi hermana me acompañarán. Tal vez otra día.

Él insiste con un gesto cortés.

—Entonces… ¿quizá otro día? Podríamos salir a cenar, conversar con más calma.

Lo miro unos segundos. No estoy segura de querer avanzar nada con él, pero sí estoy segura de que necesito avanzar algo. Necesito demostrarme que puedo existi